La procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) es un lepidóptero típico de la región Mediterránea. La mariposa de la procesionaria se aparea en verano. La hembra pone sus huevos sobre las copas de los árboles y 30 ó 40 días después nacen las orugas, generalmente en los meses de agosto y septiembre, que construyen sus nidos sobre las ramas y pasan el invierno en ellos. Entre febrero y abril descienden al suelo, forman las características filas indias –de ahí su nombre común de “procesionaria”– y se entierran finalmente en el suelo, donde pasan a la fase de crisálida. En verano las crisálidas eclosionan y surgen las mariposas, que se aparean y reinician de nuevo el ciclo. Durante el invierno, las orugas se alimentan de las hojas de los pinos en los que construyen sus nidos y esa es precisamente la causa de la defoliación.
A pesar de su toxicidad, existen varias especies de aves que han desarrollado mecanismos y estrategias para poder alimentarse de las larvas de procesionaria. Así, por ejemplo, el críalo europeo (Clamator glandorius) y el cuco (Cuculus canorus) son capaces de regurgitar los pelos urticantes de las orugas. El herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus) y el carbonero común (Parus major) y garrapino (P. ater) no son capaces de ingerir la oruga entera, sino que las pelan como pipas, quitándoles la cabeza y el tegumento para alimentarse solamente de la parte carnosa de la larva. Estos últimos son los principales responsables de los agujeros que vemos en los nidos de la procesionaria. Existen otras especies que se alimentan de la procesionaria, pero no durante la fase de oruga, como la abubilla (Upupa epops; ver foto más abajo) que desentierra las crisálidas del suelo, o el chotacabras gris (Caprimulgus europaeus), que es capaz de cazar a la mariposa al vuelo durante su efímera existencia (generalmente no más de 24 horas).
Todas estas especies actúan como agentes efectivos para el control natural de este insecto, evitando así con su presencia la aparición de superpoblaciones de procesionaria en los pinares mediterráneos.
A pesar de su toxicidad, existen varias especies de aves que han desarrollado mecanismos y estrategias para poder alimentarse de las larvas de procesionaria. Así, por ejemplo, el críalo europeo (Clamator glandorius) y el cuco (Cuculus canorus) son capaces de regurgitar los pelos urticantes de las orugas. El herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus) y el carbonero común (Parus major) y garrapino (P. ater) no son capaces de ingerir la oruga entera, sino que las pelan como pipas, quitándoles la cabeza y el tegumento para alimentarse solamente de la parte carnosa de la larva. Estos últimos son los principales responsables de los agujeros que vemos en los nidos de la procesionaria. Existen otras especies que se alimentan de la procesionaria, pero no durante la fase de oruga, como la abubilla (Upupa epops; ver foto más abajo) que desentierra las crisálidas del suelo, o el chotacabras gris (Caprimulgus europaeus), que es capaz de cazar a la mariposa al vuelo durante su efímera existencia (generalmente no más de 24 horas).
Todas estas especies actúan como agentes efectivos para el control natural de este insecto, evitando así con su presencia la aparición de superpoblaciones de procesionaria en los pinares mediterráneos.
Barbaro, L., & Battisti, A. (2011). Birds as predators of the pine processionary moth (Lepidoptera: Notodontidae) Biological Control, 56, 107-114 : doi:10.1016/j.biocontrol.2010.10.009